La épica clásica.La épica es un género literario en el cual el autor presenta de forma objetiva hechos legendarios o ficticios desarrollados en un tiempo y espacio determinados. El autor usa como forma de expresión habitual la narración, aunque pueden darse también la descripción y el diálogo. En algunos casos, la épica no es escrita, sino más bien contada oralmente por los rapsodas.
La épica surge del deseo colectivo de conocer sucesos que le afectaban directamente y de sus personajes, pero una vez surgida, los hechos históricos quedan sujetos a la actitud literaria que los hace atractivos.
Se distinguen dos grupos de épica:
a.- La épica heroica, poemas compuestos de manera oral o escrita.
b.- La épica culta, redactada en latín o romance y pretende ser continuadora de la epopeya clásica.
La épica es un género literario en el cual el autor presenta de forma objetiva hechos legendarios o ficticios desarrollados en un tiempo y espacio determinados. El autor usa como forma de expresión habitual la narración, aunque pueden darse también la descripción y el diálogo. En algunos casos, la épica no es escrita, sino más bien contada oralmente por los rapsodas.
La épica surge del deseo colectivo de conocer sucesos que le afectaban directamente y de sus personajes, pero una vez surgida, los hechos históricos quedan sujetos a la actitud literaria que los hace atractivos.
Se distinguen dos grupos de épica:
a.- La épica heroica, poemas compuestos de manera oral o escrita.
b.- La épica culta, redactada en latín o romance y pretende ser continuadora de la epopeya clásica.
Características de las composiciones épicas
Unidad de acción. En la Ilíada, por ejemplo, la acción principal y todas las demás acciones están relacionadas con la guerra de Troya
Variedad. Existe diversidad de hechos, caracteres, discursos, narraciones, descripciones y episodios.
El realismo. Por la forma detallada de los relatos y descripciones, el lector parece estar viendo todo lo que se narra. Se pintan hasta los últimos pormenores, tanto de los movimientos y ademanes, como de los sentimientos internos.
Unión de lo humano con lo divino. Los dioses actúan como seres humanos y emplean sus poderes para ayudarlos o afectarlos en las diversas acciones de guerra.
La Poesía épico-heroica
Se inspira en los hechos históricos que ofrecen proporciones grandiosas y tienen una importancia decisiva en los destinos de un pueblo, de una raza, o acaso de la humanidad entera.
Elige entre éstos los que verdaderamente pueden llamarse heroicos, esto es, los que son debidos a un poderoso esfuerzo de la energía individual, a la acción de un grande hombre, de un héroe extraordinario. Fijase en los que ofrecen un carácter dramático y pueden ser objeto de una narración viva e interesante, por lo cual generalmente se inspira en los hechos políticos y militares (guerras, conquistas, revoluciones, etc.).
No se ha de entender, sin embargo, que el poeta épico-heroico ha de ceñirse a la descarnada narración del hecho histórico que canta. Si esto hiciera, su obra no sería otra cosa que una crónica rimada (como acontece en ciertos poemas de la Edad Media). Lo que en realidad canta, encarnándolo en el hecho heroico, es el ideal de su pueblo o de su raza, cuya vida expresa totalmente. Alrededor del hecho fundamental agrupa el poeta (sobre todo en los poemas artísticos) todos los elementos de vida de su pueblo: sus concepciones religiosas, sus ideales políticos y sociales, sus tradiciones y sus esperanzas. Cuando el poeta acierta a expresar de este modo en una concepción orgánica la vida total de su pueblo o de su raza, y acaso la de toda una civilización común a varios pueblos, su obra recibe el nombre de Epopeya.
Odisea de Homero. Este es un poema muy extenso en el que se narra la vuelta de Ulises a Ítaca, lugar donde el héroe era rey, después de la guerra de Troya. Para poder volver a su hogar, Ulises tuvo que superar distintos obstáculos, lo cual logró con su valentía e inteligencia.
Áyax de Sófocles. Áyax es un personaje de la mitología griega que peleó del lado de los aqueos en la guerra de Troya. La historia narra la furia que sentía este héroe, porque no fue él quien recibió la armadura de Aquiles. Este episodio generó otra serie de problemas con los reyes griegos que determinaron el destino del personaje.
La Araucana de Alonso de Ercilla. En este poema épico se narran batallas entre españoles y mapuches, uno de los pueblos originarios de Chile. Si bien hay algunos sucesos que fueron comprobados posteriormente, hay otros que nunca fueron comprobados o que son fantásticos.
Espejo de paciencia de Silvestre de Balboa. Este poema épico narra el secuestro de un cura por parte de un corsario y cómo los pobladores del lugar lucharon para salvar al hombre secuestrado.
La Eneida de Virgilio. En este poema épico se narra el fin de la guerra de Troya y la fundación de Roma. Uno de los objetivos de este libro era conectar la historia romana con la troyana. Eneas es el personaje principal y, por lo tanto, el héroe que luchó en Troya y que llegó hasta Roma.
El libro de los reyes de Ferdousí. En este poema épico de gran extensión se narra toda la historia del Irán antiguo hasta el siglo VII. El libro comienza por la creación del mundo y, por eso, se incluyen mitos y leyendas que son fundamentales en la cultura persa.
Cantar de Heike (se desconoce el autor). Este poema épico japonés narra las batallas entre los Genji y los Heike, que tuvieron lugar en el siglo XII. La guerra entre estos dos clanes samuráis y otros sucesos que son narrados en este poema son muy importantes en la cultura japonesa, porque se incluyen mitos y leyendas que son parte de la identidad de esta nación.
Cantar de Roldán (anónimo). En este extenso poema épico se narra la batalla de Roncesvalles, que, según fuentes históricas, no fue una batalla muy grande ni muy importante. De todas formas, el poema sirvió para darle un sentido heroico a esta batalla, ya que su protagonista y héroe es Roldán, un caballero valiente que supuestamente fue el sobrino de Carlomagno y que realiza hazañas memorables y, en algunos casos, sobrenaturales.
El cantar de mio Cid (anónimo). En este poema épico español se narra la conquista de Valencia, en la que el Cid, Rodrigo Díaz de Vivar, tuvo un papel fundamental. Si bien muchos de los sucesos narrados son verídicos, hay muchos que no están comprobados o que son fantásticos. El Cid es el héroe de este poema y es el personaje legendario más importante de España.
Orlando Furioso de Ludovico Ariosto. Este poema épico narra la historia de Orlando, otro nombre que se le atribuye a Roldán del Cantar de Roldán, y se centra en los sucesos bélicos y amorosos que atraviesa el personaje. A diferencia del Cantar de Roldán, también se narran las historias de otros personajes.
La épica cultaLa épica culta es obra de poetas conocidos que cultivan de manera consciente una forma amplia y antiguamente establecida.
Al igual que la épica popular se ocupa de las tradiciones, los mitos o la historia de una nación. La épica nacional latina alcanza su cima con la Eneida de Virgilio en el siglo I a. C..
Esta obra figura entre las más grandes epopeyas de la literatura mundial. El poeta persa Firdawsi se basó en fuentes históricas para componer la gran epopeya nacional, Shah-Namah o Libro de reyes (1010).
Entre las principales muestras de épica culta europea cabe mencionar Los Lusíadas, la epopeya nacional portuguesa escrita por Luís (Vaz) de Camões; las italianas Orlando furioso, de Ludovico Ariosto, y Jerusalén liberada, de Torquato Tasso; la Mesíada del alemán F. G. Klopstock; o el Kalevala del finlandés de E. Lönnrot; o la hispanoamericana La Araucana de Alonso de Ercilla.
Puede añadirse, aunque sea de época mucho más tardía, La Atlántida del catalán Jacint Verdaguer, una obra de honda grandeza.
La épica culta, al contrario que la heroica, es obra de elevada meditación, de profundo estudio, sin concesiones a la improvisación, y aunque comparte algunas características narrativas con la poesía heroica, pocos son, en cambio, los rasgos estilísticos comunes y escasa la dependencia directa de aquélla
Características
La intriga es la trama o argumento, lo que pasa, lo que se cuenta. La forman los sucesos, expuestos en orden artificial o artístico.
El personaje tiene un objetivo o ideal concreto y ha de superar una serie de obstáculos para alcanzarlo. Puede tener contactos con una divinidad (misión), especialmente en la épica grecolatina.
La caracterización: caracterizar a un personaje es dotarlo de atributos materiales, temperamentales, morales, ideológicos, etc.
El punto de vista: se trata de analizar el punto de vista del autor con respecto a lo que nos está contando.
Áyax de Sófocles. Áyax es un personaje de la mitología griega que peleó del lado de los aqueos en la guerra de Troya. La historia narra la furia que sentía este héroe, porque no fue él quien recibió la armadura de Aquiles. Este episodio generó otra serie de problemas con los reyes griegos que determinaron el destino del personaje.
La Araucana de Alonso de Ercilla. En este poema épico se narran batallas entre españoles y mapuches, uno de los pueblos originarios de Chile. Si bien hay algunos sucesos que fueron comprobados posteriormente, hay otros que nunca fueron comprobados o que son fantásticos.
Espejo de paciencia de Silvestre de Balboa. Este poema épico narra el secuestro de un cura por parte de un corsario y cómo los pobladores del lugar lucharon para salvar al hombre secuestrado.
La Eneida de Virgilio. En este poema épico se narra el fin de la guerra de Troya y la fundación de Roma. Uno de los objetivos de este libro era conectar la historia romana con la troyana. Eneas es el personaje principal y, por lo tanto, el héroe que luchó en Troya y que llegó hasta Roma.
El libro de los reyes de Ferdousí. En este poema épico de gran extensión se narra toda la historia del Irán antiguo hasta el siglo VII. El libro comienza por la creación del mundo y, por eso, se incluyen mitos y leyendas que son fundamentales en la cultura persa.
Cantar de Heike (se desconoce el autor). Este poema épico japonés narra las batallas entre los Genji y los Heike, que tuvieron lugar en el siglo XII. La guerra entre estos dos clanes samuráis y otros sucesos que son narrados en este poema son muy importantes en la cultura japonesa, porque se incluyen mitos y leyendas que son parte de la identidad de esta nación.
Cantar de Roldán (anónimo). En este extenso poema épico se narra la batalla de Roncesvalles, que, según fuentes históricas, no fue una batalla muy grande ni muy importante. De todas formas, el poema sirvió para darle un sentido heroico a esta batalla, ya que su protagonista y héroe es Roldán, un caballero valiente que supuestamente fue el sobrino de Carlomagno y que realiza hazañas memorables y, en algunos casos, sobrenaturales.
El cantar de mio Cid (anónimo). En este poema épico español se narra la conquista de Valencia, en la que el Cid, Rodrigo Díaz de Vivar, tuvo un papel fundamental. Si bien muchos de los sucesos narrados son verídicos, hay muchos que no están comprobados o que son fantásticos. El Cid es el héroe de este poema y es el personaje legendario más importante de España.
Orlando Furioso de Ludovico Ariosto. Este poema épico narra la historia de Orlando, otro nombre que se le atribuye a Roldán del Cantar de Roldán, y se centra en los sucesos bélicos y amorosos que atraviesa el personaje. A diferencia del Cantar de Roldán, también se narran las historias de otros personajes.
La épica culta es obra de poetas conocidos que cultivan de manera consciente una forma amplia y antiguamente establecida.
Al igual que la épica popular se ocupa de las tradiciones, los mitos o la historia de una nación. La épica nacional latina alcanza su cima con la Eneida de Virgilio en el siglo I a. C..
Esta obra figura entre las más grandes epopeyas de la literatura mundial. El poeta persa Firdawsi se basó en fuentes históricas para componer la gran epopeya nacional, Shah-Namah o Libro de reyes (1010).
Entre las principales muestras de épica culta europea cabe mencionar Los Lusíadas, la epopeya nacional portuguesa escrita por Luís (Vaz) de Camões; las italianas Orlando furioso, de Ludovico Ariosto, y Jerusalén liberada, de Torquato Tasso; la Mesíada del alemán F. G. Klopstock; o el Kalevala del finlandés de E. Lönnrot; o la hispanoamericana La Araucana de Alonso de Ercilla.
Puede añadirse, aunque sea de época mucho más tardía, La Atlántida del catalán Jacint Verdaguer, una obra de honda grandeza.
El personaje tiene un objetivo o ideal concreto y ha de superar una serie de obstáculos para alcanzarlo. Puede tener contactos con una divinidad (misión), especialmente en la épica grecolatina.
La caracterización: caracterizar a un personaje es dotarlo de atributos materiales, temperamentales, morales, ideológicos, etc.
El punto de vista: se trata de analizar el punto de vista del autor con respecto a lo que nos está contando.
Ejemplos de la lírica culta
Hablar de los ejemplos de la lírica culta no es, como tal, mencionar simplemente autores que la emplearon en el medioevo o los siglos posteriores, es también adentrarnos en sus tipos de composición. Para ello rescataremos tres de las seis formas de la lírica culta: la égloga, la elegía y el soneto.
Hablar de los ejemplos de la lírica culta no es, como tal, mencionar simplemente autores que la emplearon en el medioevo o los siglos posteriores, es también adentrarnos en sus tipos de composición. Para ello rescataremos tres de las seis formas de la lírica culta: la égloga, la elegía y el soneto.
La égloga
Es un poema lírico que se centra en temáticas amorosas y románticas en contextos naturales y pastorales. Podemos rescatar un ejemplo de uno de los principales exponentes de este tipo de lírica culta, Garcilaso de la Vega:
“Con tanta mansedumbre el cristalino
Tajo en aquella parte caminaba
que pudieran los ojos el camino
determinar apenas que llevaba.
Peinando sus cabellos d'oro fino,
una ninfa del agua do moraba
la cabeza sacó y el prado ameno
vido de flores y de sombras lleno.”
Es un poema lírico que se centra en temáticas amorosas y románticas en contextos naturales y pastorales. Podemos rescatar un ejemplo de uno de los principales exponentes de este tipo de lírica culta, Garcilaso de la Vega:
“Con tanta mansedumbre el cristalino
Tajo en aquella parte caminaba
que pudieran los ojos el camino
determinar apenas que llevaba.
Peinando sus cabellos d'oro fino,
una ninfa del agua do moraba
la cabeza sacó y el prado ameno
vido de flores y de sombras lleno.”
La elegía
Suele centrarse en el dolor y la pérdida de una persona allegada. Si bien este ejemplo no es de la edad media, es una muestra de la influencia de la lírica culta en la literatura española del siglo XIX y XX. Este es el caso del poema “En la muerte de un hijo” de Miguel de Unamuno:
“Abrázame, mi bien, se nos ha muerto
el fruto del a mor;
abrázame, el deseo está a cubierto
en surco de dolor.
Sobre la huesa de ese bien perdido,
que se fue a todo ir,
la cuna rodará del bien nacido,
del que está por venir.
Trueca en cantar los ayes de tu llanto,
la muerte dormirá;
rima en endecha tu tenaz quebranto,
la vida tornará.”
Suele centrarse en el dolor y la pérdida de una persona allegada. Si bien este ejemplo no es de la edad media, es una muestra de la influencia de la lírica culta en la literatura española del siglo XIX y XX. Este es el caso del poema “En la muerte de un hijo” de Miguel de Unamuno:
“Abrázame, mi bien, se nos ha muerto
el fruto del a mor;
abrázame, el deseo está a cubierto
en surco de dolor.
Sobre la huesa de ese bien perdido,
que se fue a todo ir,
la cuna rodará del bien nacido,
del que está por venir.
Trueca en cantar los ayes de tu llanto,
la muerte dormirá;
rima en endecha tu tenaz quebranto,
la vida tornará.”
El soneto
Quizás el más popular en nuestros días, o el más recordado de la lírica culta. Es un poema de arte menor que se popularizó en España con temas variados, pero siempre siguiendo la métrica y estructura menor. Otro poema de Garcilaso de la Vega se podría clasificar dentro de este tipo:
“En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.”
Principales obras y representantes de la épica clásica.
Ilíada y Odisea, de Homero, las grandes obras griegas compuestas en la segunda mitad del siglo VIII a. C., conforme a la opinión predominante entre los expertos.
La Eneida, texto escrito por el poeta romano Virgilio (70 – 19 a. C.) en el siglo I a. C., en el que se cuenta el supuesto origen mítico de Roma, atribuyéndoselo al héroe troyano Eneas, único en escapar de la destrucción de Troya a manos de las huestes griegas, según se cuenta en la Ilíada. Esta última obra sirvió al propio Virgilio de modelo para componer la Eneida, bajo petición del emperador Augusto.
El Mahabharata, un extenso texto épico-mitológico de origen indio, compuesto alrededor del siglo III a. C. por un autor desconocido, aunque atribuido al sabio hinduista Viasa o Krishna-Dwaiayana (época desconocida
La Shahnama, obra escrita por el poeta persa Ferdousí (935-1020) alrededor del año 1000 d. C., y considerada la mayor epopeya jamás escrita por un único autor comprobable. Es la epopeya nacional iraní, en la que se recoge la historia de esta nación y de su religión, el zoroastrismo.
Quizás el más popular en nuestros días, o el más recordado de la lírica culta. Es un poema de arte menor que se popularizó en España con temas variados, pero siempre siguiendo la métrica y estructura menor. Otro poema de Garcilaso de la Vega se podría clasificar dentro de este tipo:
“En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.”
Principales obras y representantes de la épica clásica.
(Siglo VIII a.C.) Poeta griego al que se atribuye la autoría de la Ilíada y la Odisea, los dos grandes poemas épicos de la antigua Grecia. En palabras de Hegel, Homero es «el elemento en el que vive el mundo griego como el hombre vive en el aire». Admirado, imitado y citado por todos los poetas, filósofos y artistas griegos que le siguieron, es el poeta por antonomasia de la literatura clásica, a pesar de lo cual la biografía de Homero aparece rodeada del más profundo misterio, hasta el punto de que su propia existencia histórica ha sido puesta en tela de juicio.
Las más antiguas noticias sobre Homero sitúan su nacimiento en Quíos, aunque ya desde la Antigüedad fueron siete las ciudades que se disputaron ser su patria: Colofón, Cumas, Pilos, Ítaca, Argos, Atenas, Esmirna y la ya mencionada Quíos. Para Semónides de Amorgos y Píndaro, sólo las dos últimas podían reclamar el honor de ser su cuna.
Aunque son varias las vidas de Homero que han llegado hasta nosotros, su contenido, incluida la famosa ceguera del poeta, es legendario y novelesco. La más antigua, atribuida sin fundamento a Herodoto, data del siglo V a.C. En ella, Homero es presentado como el hijo de una huérfana seducida, de nombre Creteidas, que le dio a luz en Esmirna. Conocido como Melesígenes, pronto destacó por sus cualidades artísticas, iniciando una vida bohemia. Una enfermedad lo dejó ciego, y desde entonces pasó a llamarse Homero. La muerte, siempre según el seudo Herodoto, sorprendió a Homero en Íos, en el curso de un viaje a Atenas.
Los problemas que plantea Homero cristalizaron a partir del siglo XVII en la llamada «cuestión homérica», iniciada por François Hédelin, abate de Aubignac, quien sostenía que los dos grandes poemas a él atribuidos, la Ilíada y la Odisea, eran fruto del ensamblaje de obras de distinta procedencia, lo que explicaría las numerosas incongruencias que contienen. Sus tesis fueron seguidas por filólogos como Friedrich August Wolf. El debate entre los partidarios de la corriente analítica y los unitaristas, que defienden la paternidad homérica de los poemas, sigue en la actualidad abierto.
La obra de Homero
La iconografía grecorromana ha consagrado el noble rostro barbado de un anciano ciego como el de Homero. Esta es la imagen que ha atribuido la tradición al poeta que escribió la Ilíada y la Odisea, los dos poemas épicos con que se inaugura la literatura griega y la occidental y cuyo vigor lírico y narrativo permanece fresco desde hace miles de años. Su nombre y sus obras han alcanzado la gloria y alimentado mitos, narraciones y leyendas a través de los siglos, sin que hayan perdido su fuerza original.
La mayor parte de la literatura griega se nutrió del inmenso caudal de leyendas y tradiciones que desde tiempos remotos se transmitía oralmente de generación en generación. También la poesía épica se transmitía oralmente en sus orígenes: un aedo o un rapsoda la cantaba o recitaba de memoria ante un público que desconocía la escritura. Los aedos eran músicos ambulantes que cantaban poemas épicos acompañándose con instrumentos de cuerda; los rapsodas recitaban sin cantar, llevando el ritmo con los golpes de un bastón.
La perfección y la calidad de la Ilíada y la Odisea, considerados obras maestras de la literatura occidental, sólo se explica por la existencia de toda una tradición previa sobre la Guerra de Troya que aedos y rapsodas fueron elaborando y refinando durante siglos y que culmina en los grandiosos poemas homéricos. A pesar de que Homero se sirve de los procedimientos de la tradición oral, es indudable que en ambos poemas hay un propósito poético, un plan y una estructura que revela la actividad de un poeta consciente de su arte.
La naturaleza oral del estilo de la Ilíada y la Odisea es indudable. Esta certidumbre se debe a la repetición cada cierto tiempo de unas determinadas fórmulas ("la Aurora de dedos rosados", "Aquiles, el de los pies ligeros"), siempre en las mismas condiciones métricas. Después de un largo período de transmisión oral, el texto se habría fijado en su forma definitiva en Atenas durante el siglo VI a.C., por iniciativa del tirano Pisístrato.
En sus poemas, Homero no trazó una historia completa de la Guerra de Troya (que conocemos por otros fuentes), sino que escogió dos episodios de la leyenda troyana para recrearlos. Así, en la Ilíada se narra el último año de la Guerra de Troya, aunque el episodio central sea la disputa entre dos héroes griegos: Aquiles y Agamenón. La Odisea, que parece ser la más moderna de las dos composiciones atribuidas a Homero, relata las aventuras y penalidades de Ulises (héroe que desempeña un papel secundario en la Ilíada) en el viaje de regreso desde Troya hasta su patria, Ítaca, y el castigo que inflige a los pretendientes de su esposa, Penélope, que le creían muerto.
Homero fue el poeta más admirado de la Antigüedad. Sus obras transmitían conocimientos y enseñanzas relativas a variados aspectos (estratégicos y militares; los astros y el firmamento; cuestiones morales y comportamientos de los seres humanos; las relaciones de los dioses con los hombres) y dieron la forma considerada canónica de la genealogía de los héroes y dioses griegos. Por todo ello sirvió de referencia cultural y religiosa para las generaciones posteriores.
(Siglo VIII a.C.) Poeta griego al que se atribuye la autoría de la Ilíada y la Odisea, los dos grandes poemas épicos de la antigua Grecia. En palabras de Hegel, Homero es «el elemento en el que vive el mundo griego como el hombre vive en el aire». Admirado, imitado y citado por todos los poetas, filósofos y artistas griegos que le siguieron, es el poeta por antonomasia de la literatura clásica, a pesar de lo cual la biografía de Homero aparece rodeada del más profundo misterio, hasta el punto de que su propia existencia histórica ha sido puesta en tela de juicio.
Las más antiguas noticias sobre Homero sitúan su nacimiento en Quíos, aunque ya desde la Antigüedad fueron siete las ciudades que se disputaron ser su patria: Colofón, Cumas, Pilos, Ítaca, Argos, Atenas, Esmirna y la ya mencionada Quíos. Para Semónides de Amorgos y Píndaro, sólo las dos últimas podían reclamar el honor de ser su cuna.
Aunque son varias las vidas de Homero que han llegado hasta nosotros, su contenido, incluida la famosa ceguera del poeta, es legendario y novelesco. La más antigua, atribuida sin fundamento a Herodoto, data del siglo V a.C. En ella, Homero es presentado como el hijo de una huérfana seducida, de nombre Creteidas, que le dio a luz en Esmirna. Conocido como Melesígenes, pronto destacó por sus cualidades artísticas, iniciando una vida bohemia. Una enfermedad lo dejó ciego, y desde entonces pasó a llamarse Homero. La muerte, siempre según el seudo Herodoto, sorprendió a Homero en Íos, en el curso de un viaje a Atenas.
Los problemas que plantea Homero cristalizaron a partir del siglo XVII en la llamada «cuestión homérica», iniciada por François Hédelin, abate de Aubignac, quien sostenía que los dos grandes poemas a él atribuidos, la Ilíada y la Odisea, eran fruto del ensamblaje de obras de distinta procedencia, lo que explicaría las numerosas incongruencias que contienen. Sus tesis fueron seguidas por filólogos como Friedrich August Wolf. El debate entre los partidarios de la corriente analítica y los unitaristas, que defienden la paternidad homérica de los poemas, sigue en la actualidad abierto.
La obra de Homero
La iconografía grecorromana ha consagrado el noble rostro barbado de un anciano ciego como el de Homero. Esta es la imagen que ha atribuido la tradición al poeta que escribió la Ilíada y la Odisea, los dos poemas épicos con que se inaugura la literatura griega y la occidental y cuyo vigor lírico y narrativo permanece fresco desde hace miles de años. Su nombre y sus obras han alcanzado la gloria y alimentado mitos, narraciones y leyendas a través de los siglos, sin que hayan perdido su fuerza original.
La mayor parte de la literatura griega se nutrió del inmenso caudal de leyendas y tradiciones que desde tiempos remotos se transmitía oralmente de generación en generación. También la poesía épica se transmitía oralmente en sus orígenes: un aedo o un rapsoda la cantaba o recitaba de memoria ante un público que desconocía la escritura. Los aedos eran músicos ambulantes que cantaban poemas épicos acompañándose con instrumentos de cuerda; los rapsodas recitaban sin cantar, llevando el ritmo con los golpes de un bastón.
La perfección y la calidad de la Ilíada y la Odisea, considerados obras maestras de la literatura occidental, sólo se explica por la existencia de toda una tradición previa sobre la Guerra de Troya que aedos y rapsodas fueron elaborando y refinando durante siglos y que culmina en los grandiosos poemas homéricos. A pesar de que Homero se sirve de los procedimientos de la tradición oral, es indudable que en ambos poemas hay un propósito poético, un plan y una estructura que revela la actividad de un poeta consciente de su arte.
La naturaleza oral del estilo de la Ilíada y la Odisea es indudable. Esta certidumbre se debe a la repetición cada cierto tiempo de unas determinadas fórmulas ("la Aurora de dedos rosados", "Aquiles, el de los pies ligeros"), siempre en las mismas condiciones métricas. Después de un largo período de transmisión oral, el texto se habría fijado en su forma definitiva en Atenas durante el siglo VI a.C., por iniciativa del tirano Pisístrato.
En sus poemas, Homero no trazó una historia completa de la Guerra de Troya (que conocemos por otros fuentes), sino que escogió dos episodios de la leyenda troyana para recrearlos. Así, en la Ilíada se narra el último año de la Guerra de Troya, aunque el episodio central sea la disputa entre dos héroes griegos: Aquiles y Agamenón. La Odisea, que parece ser la más moderna de las dos composiciones atribuidas a Homero, relata las aventuras y penalidades de Ulises (héroe que desempeña un papel secundario en la Ilíada) en el viaje de regreso desde Troya hasta su patria, Ítaca, y el castigo que inflige a los pretendientes de su esposa, Penélope, que le creían muerto.
Homero fue el poeta más admirado de la Antigüedad. Sus obras transmitían conocimientos y enseñanzas relativas a variados aspectos (estratégicos y militares; los astros y el firmamento; cuestiones morales y comportamientos de los seres humanos; las relaciones de los dioses con los hombres) y dieron la forma considerada canónica de la genealogía de los héroes y dioses griegos. Por todo ello sirvió de referencia cultural y religiosa para las generaciones posteriores.